miércoles, 24 de mayo de 2017

CAPITULO 7: LOS ANILLOS DE SATURNO



En el anterior capítulo se me olvidó comentar un trozo de mi conversación con el médico que me iba a operar. Me comentaba las diferentes formas en que se repara el ligamento cruzado: autoinjerto vs aloinjerto (ligamento de un cadáver), y dentro del autoinjerto, de HTH (hueso-tendón-hueso) o de isquiotibiales (parte posterior del muslo). En mi caso optábamos por esta última, no obstante me preguntó:

-     ¿Qué tal resistes el dolor?
-     Soy karateka –contesté, y al segundo siguiente supe que me arrepentiría de tal fantasmada.

El autoinjerto es más doloroso porque a la recuperación del ligamento añades la de la parte de donde te cogen el tejido para injertar. Pero es más resistente y sin posibilidad de rechazo, puesto que son tus propias fibras. Los isquiotibiales, en mi caso, se “rebelan” ante la agresión sufrida haciendo nudos que en rehabilitación te tiene que disolver el fisioterapeuta con el consiguiente sufrimiento. A eso todavía no he llegado, pero ya me acordé de la frase cuando, antes de salir del hospital, me quitaron el drenaje

-     Coge aire por la nariz –me dice el enfermero- y cuando te diga lo sueltas.

Oh oh. Ya sé lo que viene ahora. Intenta distraerme. Mierda, a veces me gustaría no ser psicóloga. Me va a doler…


No sé cómo se siente un tiro en la rodilla, pero debe ser muy parecido. Las estrellas quedaron atrás, vi los anillos de Saturno uno por uno...😧

Todo había ido bien hasta ese momento. Entré en quirófano tranquila, puesto que er:a mi cuarta operación, ya sé de qué va, me encogieron sobre la mesa de operaciones para enchufarme la epidural y debieron verme muy relajada porque me dice la anestesista

-     Te vamos a dormir sólo de cintura para abajo.
-     No, no, a mí duérmeme entera.
-     Bueno, te sedo un poco.
-     Un poco no, no me quiero enterar de nada, que parezco muy tranquila pero soy muy sugestionable.   

Psicología: conócete a ti mismo. Yo tengo muy claro que por muy karateka que sea y con capacidad para relajarme, dada mi profesión, hay un aspecto de mi mente que aunque a base de exposición se me va pasando, aún no controlo, y es ver operaciones, cortes, etc. aunque sea en la tele, con lo cual como para verlo en mí misma. He tenido fobia a la sangre pero a base de sufrir accidentes se me ha pasado, y también a las inyecciones (superado desde que me pincho la heparina). Así que no vayáis de “valientes” en situaciones como ésta, que bastante mal rato vais a pasar con la recuperación de la operación como para sufrir también durante la misma. 

Cuando me desperté aún estaba en el quirófano y el médico me dijo que todo había ido bien, a pesar de que sólo me quedaban unas fibras en el ligamento que no sujetaban nada. Un rato en reanimación, hasta que regreso a la habitación y no hay dolor porque no se ha ido aún el efecto de la anestesia. Me ponen el analgésico en la vía antes de que empiece a doler. Y la pierna tiesa sobre una almohada. Así toda la noche. Necesité un analgésico más fuerte porque el Enantyum y el Nolotil no me hicieron nada. El Tramadol en cambio es mágico. Vuelvo a lo de no hacerse los “fuertes”: no llamé para pedir otro analgésico, pero cuando pasó la enfermera a pincharme la heparina, le dije que me pusiera ése que no quería ponerme porque dice que puede dar náuseas, o caso contrario no iba a pegar ojo en toda la noche.

Y ahora viene el momento pánico. Si, si, para la presumida karateka. El dolor por la retirada del drenaje me produjo un mareo, como ocurriera cuando regresé a karate una semana después de la lesión y me volvió a doler la rodilla. Es lo que llaman un síncope vasovagal que se produce cuando la presión sanguínea desciende y no llega al cerebro. Lo mismo que me ocurría cuando veía sangre o me pinchaban. Algunos organismos reaccionan así, y es mi caso. Pasó un rato hasta que me recuperé del susto, no obstante, estaba deseando ya irme del hospital y quise vestirme y salir de allí cuanto antes. Craso error. Tenía que haber esperado un poco más.

El médico, que no fue el que me operó sino su padre, me dijo que podía bajar a la calle directamente con las muletas, aunque el hospital me ofrecía una silla de ruedas. Bueno, ya sabemos lo que pasa, soy karateka, soy deportista, resisto el dolor, soy ciclista, tengo fuertes las piernas... vamos a por las muletas. En mi mente, la imagen de personas que saltan sobre la pierna buena dejando la otra en suspenso. ¿Qué problema hay?

Je.

Esas personas que yo recordaba llevaban una pierna escayolada, no vendada. Su pie no llegaba al suelo, lo mantenían en vilo. El mío sí, no podía doblar la rodilla. Imposible  saltar porque me cargo el ligamento reconstruido, la venda no sujeta tanto como una escayola. Y cómo lo hago. Me puse sobre las muletas y no sabía qué hacer. Empecé a sudar a chorros y me tuve que sentar en una silla porque me mareaba de nuevo. Aquí es donde la mente te tortura: madre mía, si ni siquiera me sostengo en pie, qué duro va a ser esto ¿he hecho bien en operarme? ¿Y si no me puedo recuperar? ¿Qué va a pasar? Metí la cabeza entre las rodillas, el mareo no se pasaba. A ver, tranquila, respira, intenta tranquilizarte, poco a poco...

Me trajeron la silla. Bajé hasta el coche. Me llevaron a casa. De camino recordé que me dijeron que podía apoyar el pie. Pero vivo en un tercero sin ascensor…

….

Pin pan. Muleta, pierna, un escalón. Pin pan. Muleta, pierna, otro escalón. Y ya estoy arriba. ¡Prueba superada! 😊

Moraleja: no os dejéis llevar por el pánico. Dejad pasar ese momento. Coged aire, despejaros… e intentadlo de nuevo. Palabra clave: PACIENCIA.



jueves, 18 de mayo de 2017

CAPÍTULO 6: CAMBIO DE MÉDICO

Tras una Semana Santa saliendo en bici a diario, pero por llano y con muuucha tranquilidad, acudí a la consulta de un traumatólogo, especializado en este tipo de lesiones, que me recomendaron.

- El médico que me atendió me ha mandado rehabilitación, le convencí de que me operara pero no estaba muy por la labor. Me dijo que podría hacer vida "normal" pero yo quiero volver a entrenar karate.
- Es que hay que valorar que es vida "normal" para cada persona. Antes a partir de los 40 el ligamento cruzado no se operaba, pero si eres una persona deportista para ti lo normal es hacer deporte, aunque tengas más de 40 años.

¡¡¡Por fin alguien habla mi idioma!!! ¡Aleluya!

- Vamos a ver esa rodilla.

Me hizo el mismo test, moverme la articulación para comprobar si estaba roto el ligamento.

- Relaja la rodilla.
- Si la tengo relajada.
- No, está tensa.

Cogió la otra rodilla y comprobó la diferencia.

- Vaya que si está roto. Esto es de operación sí o sí. No hace falta que sigas yendo a rehabilitación, porque total, vas a hacer lo mismo que cuando te operes.
- Ah, estupendo. ¿Y cuándo sería la operación?
- En cuanto tengas el preoperatorio.

Bien. Ni listas de espera, ni pepinillos en vinagre. Así se habla. Qué tío más majo. Qué diferencia. Señores médicos, de verdad, ¿tan difícil es ser amable y escuchar al paciente? No entiendo qué tiene esta profesión para encontrarme más gente antipática que agradable, más teniendo en cuenta que suele ser vocacional. Qué encanto de persona. Si trata igual de bien mi rodilla va a quedar de lujo.

Voy con la parte psicológica. Me di cuenta de un detalle cuando el médico comprobó si el ligamento estaba roto. Realmente sí estaba tensando, pero lo hacía de forma inconsciente. Creo que los músculos de mi pierna tienen muy presente que hay algo roto que provoca dolor y automáticamente se tensan para evitar el daño. Es curioso, además, que a pesar de ser la típica persona que va corriendo a todos los lados, no me costó acostumbrarme a no salir disparada. Me he tirado estos dos meses caminando normal, y con la precaución necesaria para que no me doliera la rodilla. Tanto es así, que la gente a la que le contaba mi lesión se sorprendía:

- Pero si no se te nota nada, andas normal.
- Andar sí, pero no puedo correr, ni saltar, ni rotar la rodilla.

Luego está el tema del tiempo. Cuando le comuniqué a amigos y familia el día de mi operación, me dijeron "qué bien, qué pronto". ¿Pronto? ¡Han pasado más de dos meses desde que me lesioné! El tiempo es muy relativo: cuando esperas algo se hace eterno, y cuando estás entretenido se pasa rápido. Por eso estoy ahora escribiendo este artículo... en la cama del hospital, estoy esperando a que me metan en el quirófano. La suerte está echada...




lunes, 15 de mayo de 2017

CAPITULO 5: SIEMPRE ME QUEDARÁ LA BICI

Cambio de tercio. Me acerco al gimnasio a apuntarme a la sala y actividades varias. Me dan el planning de las clases. Pregunto si el ciclo-indoor de la mañana es con música disco como las de la tarde (a las que ya fui en otras ocasiones) y me presentan al monitor, un chaval jovencillo de ojos claros muy entusiasta. Le explico que ya lo he practicado otras veces y que soy ciclista de carretera. 

 - Yo soy de montaña, pero las clases están enfocadas a la bici de carretera. Subimos puertos, hacemos falsos llanos, y a mí me gusta mucho animar, no paro de hablar... 
- ¿Y la música? 
 - De todo, unos días es rock, otros clásica, pop, de los 80, los 90... 

Bien. Qué le vamos a hacer, soy mayor, y si cuando empezó el famoso "bacalao" dejé de frecuentar discotecas, menos aún ahora con esa música que parece inspirada en el movimiento del tambor de la lavadora. Pero antes del ciclo-indoor, llegó el momento de probar cosas nuevas. Hacía tiempo que quería ir a yoga a ver en qué consiste. No sé si me irá bien para el ligamento, pero bueno, por intentarlo... 

- Es yoga Kundalini -me comentó la recepcionista del gimnasio- muy tranquilo. 

Entro en el tatami con calcetines, mallas y camiseta. Qué extraño me resulta no ir con karategui. Donde fueres, haz lo que vieres, así que me cojo una colchoneta, como hace el resto de la gente. El profesor quema incienso y pone velas. Suena música relajante y empezamos con los mantras. Me siento un poco rara, con lo agnóstica que yo soy...😎 Bueno, paciencia. La posición típica del yoga la verdad es que no es muy buena para mis ligamentos, así que procuré no forzarla demasiado. Practicamos respiración inhalando y exhalando. Siguiendo la inercia de las respiraciones que enseño yo en mi consulta, cojo aire por la nariz y lo suelto por la boca. 

- Exhala también por la nariz -me corrige el profesor- siempre es por la nariz a menos que indique que es por la boca.

Ah vale. Pues nada. Inhalar girando la cabeza hacia la derecha, exhalar girando hacia la izquierda. Un par de minutos así. 

- Descansad un minuto. 

 ¿De qué? ¿De respirar? 😳

Más adelante hicimos ejercicios un poco más intensos que equivaldrían a los diez minutos del calentamiento del karate... en una hora. Uno de ellos implicaba abrir y cerrar las piernas hacia los lados estando tumbados y ahí se me resintió la rodilla. Qué pena, para algo que era un poco más cañero... Y tras esa hora, la gente que se coge ropa y toallas para taparse y relajarse (otra vez). Como 10-15 minutos sin hacer nada, sólo escuchando la música. Y yo pensando qué c... hago ahí parada con todo lo que tengo que hacer. Creo que el yoga no es lo mío. 
Me voy a la sala. Cojo el aparato para fortalecer cuádriceps. Sube baja sube baja. Qué aburrimiento. Pregunto a las chicas que están en prácticas. Una, tan entusiasta como el chaval del ciclo-indoor, me enseña cómo trabajar en un aparato que hace dominadas, porque, ya de paso, quería fortalecer la espalda y evitar la sobrecarga de hombros que suelo padecer en la bici (es lo que tiene soportar mi enorme cabezón). Sube baja sube baja. Qué aburrimiento (de nuevo). 😒¿Y cómo hace la gente para motivarse aquí? Supongo que lo hace por tener un buen cuerpo, pero yo es que no le encuentro la gracia. 

Al día siguiente me fui a ciclo-indoor. El muchacho realmente anima mucho, pero más aún oír sonar el Carmina Burana a ritmo de pedal 😃. Curioso. Empiezo a sudar como un oso polar en el Sahara. Por fin. Tenía razón el fisio, las bicis de ciclo-indoor tienen más inercia que la estática de la clínica de rehabilitación, pero ahí están mis cuádriceps para evitar que se me vaya la rodilla. Es lo que tiene ser deportista: conoces tu cuerpo, y tienes cierto control sobre el mismo. Pero eso no lo tiene en cuenta quien a pesar de decirle que haces karate y ciclismo sigue tratándote como a una persona sedentaria. 

Voy siguiendo la clase con una variante: al ponerme de pie subía un punto, y al sentarme lo bajaba. O sea, al revés que los piñones. Y cuando empiezan con el ritmo a toda velocidad me doy cuenta de que eso no es bici de carretera, a menos que seas Mario Cipollini en los últimos 300 metros de una etapa del Tour 😀. Yo a otro ritmo con más tranca para controlar la rodilla. Por fin siento que me duelen las piernas, que me gano el descanso final, que las endorfinas vuelven a invadirme. Y aunque me falte el aire rozando mi cara, el perfume del campo, el sonido de los pájaros o el zumbido del viento en un descenso, sigue siendo bici.

Faceta psicológica: dicen que a falta de pan, buenas son tortas. Pues que esas tortas se parezcan lo más posible al pan que os gusta, porque si no la motivación se va al carajo, al menos eso me pasó a mi. He seguido con el ciclo-indoor y dejé la sala porque me aburría como una ostra. Muy probablemente mis cuádriceps se han fortalecido más en esos 50 minutos de ciclo-indoor que en dos horas con aparatos, porque el esfuerzo si hay motivación es mucho mayor. Sobre todo cuando suena la música que te gusta, que parece que te olvidas del dolor y la fatiga y las pulsaciones llegan a subir... ¡a 188! ¡It's rainning men! Haleluyah!🙋

lunes, 8 de mayo de 2017

NO VALES NADA


Sé que cuando estás riendo, vacilando y tomando copas con los colegas te crees el rey o la reina del mundo.

Es mentira.

Sé que piensas que como eres joven lo suyo es salir a pasarlo bien que la vida son dos días y la juventud se pasa rápido, así que estás en tu derecho.

Es mentira.

Sé que crees que controlas y que puedes con todo y que no va a pasar nada si coges el coche porque asimilas bien el alcohol.

Es mentira.

Todo es una puta mentira (con perdón). El alcohol y las drogas son una puta mentira (perdón de nuevo) que te hacen creer lo que no eres, provocan que huyas de ti mismo y te escapes de tu día a día, más o menos duro, más o menos tedioso, en lugar de soportar el sufrimiento que a veces conlleva el vivir y a luchar por lo que deseas en vez de ahogarte en un cubata. El mar no está en el fondo de un vaso de ginebra, que diría Sabina, ahí sólo está tu propio reflejo de pringado cobarde incapaz de afrontar sus problemas y de pasarlo bien sin machacar su organismo.

Y ahora te cuento lo que es la verdad. La verdad es que esa gente que sale a hacer deporte por las mañanas con su bici, o quien sale a pasear porque le apetece, quien coge el coche con su familia para ir al campo, son personas mucho mejores que tú, que aprenden a disfrutar sin evadirse, a los que no les importa madrugar para tomar el aire y hasta sacan placer del dolor muscular practicando deporte porque buscan su superación. Ellos saben lo que es la vida mucho mejor que tú porque la miran cara a cara.

Acuérdate de ellos antes de coger el coche tras haber bebido o drogarte, porque esas personas que han aprendido a luchar y que tienen, como tú, una familia y unos amigos que les quieren, van a estar en tu conciencia para el resto de tus días si les atropellas o chocas contra ellos. Se acabaron las mentiras si eso ocurre. Tu vida va a ser un horrible infierno por los remordimientos. Ahí te vas a dar de bruces con la realidad, la realidad de tu vida de mierda drogándote y creyéndote el "más guay" por hacerlo.

Como psicóloga, puedo entender a quien se emborracha alguna vez, a quien se droga de cuando en cuando, incluso comprendo a quien lleva de serie el gen de la adicción y le resulta muy difícil dejar de hacerlo. Lo confieso, en mi juventud yo también me he pasado alguna que otra vez. Pero no se me ocurrió coger un coche. Por mí y por quien me encontrara en mi camino errante y loco con el alcohol corriendo por mis venas.  

Esta carta va dirigida no sólo a aquellos que beben y se drogan, sino a todos los que cogen un coche y se creen que controlan tanto que se pueden despistar un minutillo contestando a un WhatsApp, cambiando el dial de la radio o enfrascándose en una discusión sin prestar atención a la conducción. ¿Habéis pensado el daño que podéis hacer si se os va el volante, atropelláis un ciclista, un peatón, u os dais de bruces con el que viene de frente? Quiero que lo penséis cada vez que cojáis un turismo, camión o autobús. Que detrás de cada persona hay una familia, y que el daño que le podéis causar va a estar con vosotros por siempre, que ese sentimiento de culpa no se os va a ir NUNCA. Y que vais a sentir que NO VALÉIS NADA.

Haced que valga. Que vuestras vidas tengan sentido. Y que no lo pierdan en un miserable segundo.



miércoles, 3 de mayo de 2017

CAPÍTULO 4: LO TUYO NO ES CORRIENTE

Siguiendo el consejo del médico, y también el de compañeros y amigos que han sufrido la misma lesión y me recomendaban reforzar el cuádriceps lo más posible antes de operarme, decidí hacer esa rehabilitación previa a la intervención. Por probar... lo primero de todo es la consulta con el médico rehabilitador, al que le comento que el traumatólogo no tenía claro operarme.

- Pues yo que tú buscaría una segunda opinión.

Fue la misma recomendación que me hizo una amiga doctora. Piensa que si no quería a priori operarte y sale algo mal, te va a echar la culpa. Pues sí. Ya lo había pensado, por tanto pedí cita para otro médico a finales de Abril. Entretanto, vamos con la magnetoterapia, onda corta, corrientes rusas y ejercicios: Colson y bicicleta estática. Las corrientes son descargas eléctricas a través de una mini bayeta que también me hicieron cuando tuve fascitis plantar y no sirvieron de nada (ni la magnetoterpia). La variante "rusas" implica que cuando notas la descarga, levantas la pierna, y cuando cesa, la bajas. Se supone que fortalece el cuádriceps. Ese que me dicen que se va a quedar en "ná" cuando  me operen. Pues nada. A ello vamos.

Tras los aparatos, pasamos al Colson, que no es ni más ni menos que un rodillo que levantas con la pierna mientras estás sentada en un banco. 4 series de 20 repeticiones. Me colocan el rodillo justo debajo de la rodilla y la verdad es que se clava un poco, pero bueno, habrá que aguantar. El fisioterapeuta me comenta que luego tengo que hacer bici estática.

- Ya, si de todas formas me he apuntado a ciclo-indoor.
- No, pero eso es diferente

Sí, claro, en la música, no te digo. Le miro con cara de interrogación.

- Las bicis del ciclo-indoor tienen más inercia y se te puede ir la rodilla.

Ah. Pues vale. Me voy a la bici estática y me dice otra fisioterapeuta que me ponga 5 minutos... (atención a mis lectores ciclistas): minutos, si, no horas.

- Mira, es que suelo hacer bici de carretera y estoy acostumbrada a hacer más...
- Ya, pero estás lesionada.

Como tenía muy poca resistencia me puse como loca a dar pedales a ver si notaba algún músculo de mi cuerpo (la rodilla no me dolía, por supuesto). Y me dice la fisio que más tranquila... ¿pero esto vale para algo? Al día siguiente le pregunto cuánto tiempo toca.

- ¿Tienes agujetas?

Está de coña. De 5 minutos encima de una bici estática sin resistencia. Yo creo que ni la reina de Inglaterra con toda su pila de años tendría agujetas. Casi me da la risa.

- No.
- Vale, pues 7 minutos.

Guao. Como me pongas más el próximo día me planto imaginariamente en Barcelona. Pasa el fin de semana, llego el lunes de nuevo.

- ¿Cuánto hago hoy?
- ¿Tienes agujetas?
- ¿De qué? ¿De los 7 minutos del viernes o de las 4 horas de ayer en bici de carretera?

La cara de la chica fue un poema.

- Pues si haces 4 horas... ¿para qué vas a hacer aquí 10 minutos?

Pues eso pienso yo... si es que no me escuchaste.

- Porque soy una mandada -contesto. Disciplina karateka.

Supongo que de mi frase inicial de "hago bici de carretera" debió entender "hago bici en el parque" o algo similar. Si vale, yo lo entiendo, te ven con cierta edad, más bien gordita, y sobre todo mujer (por desgracia, y sobre todo a mi edad, practicamos menos deporte que los hombres) y digas lo que digas ya te han colgado la etiqueta de persona sedentaria. No importa si la lesión me la hice practicando karate. No importa si dices que también eres ciclista. Te meten en el mismo saco de las señoras mayores con lumbago o ciática. No sé si a la próxima aparecer vestida con el karategui a ver si se coscan...

De esto hablaba cuando comenté en el artículo anterior que los deportistas parecemos bichos raros. Es algo asimilado, pero lo que no entiendo es que ni médicos ni fisios te escuchen cuando comentas que eres deportista, porque si se trata de reforzar la musculatura y estoy acostumbrada a rodar 4-5 horas en bici, 5 minutos de bici estática no me sirven absolutamente para nada. Ponme ejercicios que se adapten a lo que estoy acostumbrada a hacer, siempre y cuando (obviamente) no duela (no me dolió ni en las 4 horas del domingo, que fueron por terreno llano).

Mi consejo si sois deportistas y estáis en esta situación: insistid. Haceros oír. Que os pongan ejercicios que se adapten a vuestra condición física. No perdáis el tiempo.

En el próximo capítulo hablo de cómo sobrellevar el no poder practicar tu deporte.